domingo, 26 de mayo de 2013

CUENTOS BREVES EN OCHENTA PALABRAS SERIE II




1. 





Sucedió después del rezo.

-Papito-pregunta Rocío- ¿por qué hay guerras?
El capitán encierra esas manitos en las suyas.
-Bueno… malos quieren quitarles la casa a otros niños…
-¿Y?
- Soldados buenos como papi invaden hasta echarlos.

Vértigo.
Su M16 masacró anhelos, napalm equivocado carbonizó al hermano, ojos oblicuos de pequeñitos, afiebrados de terror sobre madres yertas insistieron en condenarlo.

Retorna, lívido, añoso.
Trenzas azabaches de Rocío cicatrizan su gemido inútil.

-Papito, allí… ¿cómo  sabes que el otro es el malo?



2.

                                                           

-¡A bañarnos!

Cinco años de Jazmín chapotean junto a mamá.
Desnudas, manantial de espumas.
Vapores envolventes, felicidad, Eliana, infancia y su madre.
-Vuélvete para higienizarte.

Ambas de pie.
Eliana, champú desbordante porque adora a su pequeña.
Jazmín, derrocha inocencia.
En monería inaudita, insospechada,  introduce su dedito en la vagina de mamá.

La espuma se coagula. El vapor se obnubila. El agua se consterna.

-Pero ¿qué haces?-terror en las pupilas.

Jazmín, azorada.
Lirio vejado.
-Pero si el padrino siempre  me divierte…


3.




El parto.

Esposa del almacenero.
El primero, dos meses en su vientre.
Segundo uno, tercero cuatro… y así

Compraron a Renata,  con tanto amor desperdiciado, pero cuando parió seis llamaron al veterinario.

Felisa perdió todos.

-Hasta el final en cama-ordenó el médico el año once-te levantas solo para los ejercicios.
Y un día como tantos, toda esquina del pueblo vociferó:
-¡Parió Felisa, parió! ¡Fiesta! ¡Fiesta! ¡Es machito el Tany!

Renata  olvidada, cada  invierno  frente a la estufa,  gruñe su esterilidad.


4







Limosna negada

Niña zapateando, con su violín mendigó hasta tarde.
El viento arrasó el sombrerito andrajoso sin monedas.

La avenida central espumaba furia del regreso.

Recogerlo sin pensar, limpiar alas, cubre su cabecita escuchando  el estampido.
Saeta de espléndida seda, el arco transpuso el contrapunto, frente a otro estampido. Otros.

Bailando,  su violín… ascenderá.

Sirenas.
Palabrotas
Metales.
Rugido.
Semáforos.
Abajo.

Danzará vigorosamente mientras sus cuerdas no callen.

Entorno al violín mendigo en la última nota ejecutará la noche, el ángel.



5



Morir de amor

Malvina subió al lecho gimiendo.
¡Había esperado cincuenta años!
Calva. Esquelética. Quimioterapia.

Sentados, lapacho encendido en blancura, “amor eterno” le jura.
Palomas a los pies.
Formoso, gato en falda, los separa. Arrodillado abrasa ambos.
Malvina, el primer dolor… olvida.

La noche incendió su cama.

Estalla la granada; la metralla desflorando nieve petrifica sus mundos.

Lapacho, gato, abraso, traspusieron costillas cuando aprisionó la carta postrera.
1982.

Envueltos en ella los cinco, juntos en hoyo incierto de Puerto  Argentino.


6



Apenas era adolescente.

En su dormitorio, solo. No entendía.

Papá lo abandonó con cinco años.
Mamá trabajaba catorce horas.
Los menores disputarían el televisor a golpes en el living.

Gerardo golpea la cabeza contra la pared.
-No, no, y no-frente amoratada, ojos llorosos de rabia.
Espejo, trompada, sangre.
Tele, volumen al máximo, niños que gritan.
-No, no, y no.

Frente a él, su profesor de gimnasia, completamente desnudo.

No entiende qué sucede.
Porque Gerardo en su dormitorio… está totalmente solo.

7




DOS VIEJOS.

El sillón mecía al guerrero;
Recostada ella, a sus pies.
Tanto tiempo y al fin… nada!
¿Resistir? ¿Renunciar?
Ella… ¿simularía dormir?
Ya en la última incursión no estuvo.
Dolor y amor, iguales para quien tampoco espera.
Sabía: uno aventajaría al otro sin remedio.

El primer golpe esperó en la puerta.
Ella pareció girar la cabeza.
Engañoso ilusionarse. Fue la última cacería.

Tres golpes más, irrevocables.
Ella ni se irguió al emitir por su boca
su postrer agónico ladrido


8.



EN CADA SÍLABA

Román articuló todo maltrato en tan corta vida,  en cada sílaba…
conocimiento del mayor fatalismo imaginable.          
Convicción, instintiva, animal, expone solo maldad.

Los presentes ya estarían convencidos:
“Miente”.

¿Por qué hacerlo?
Creció sin esperanza ni fe en la razón, pero no mentía.
Peritos verificaron moretones, heridas, cicatrices.
Hijo, veía todo claro y aceptaba las cosas como fueron.

¿Por qué insistía? En cada sílaba… solo por coraje moral, convence al juez en el estrado, Román, un niño herido.


8.




¿CIEGOS?

Muchachas estudiantes, colorido atrapado en smartphons atraviesan la acera bulliciosa.
Miradas pícaras, risas cómplices, palabrotas, empujones, codazos.
¡El mismo camino siempre!

Un anciano, anteojo oscuro, en camino opuesto avanza decidido.
Su oído de bastón blanco, parpadeando aquí, allá lo guía.
Escucha la advertencia del escalón sobresaliente; como niño, cada hierro de la verja responde al bastón, despertando perros también enceguecidos que lo reconocen…  
¡El mismo camino siempre!

¡Tac! ¡Toc! ¡Tac! Entonces,  evita columna mugrienta donde las alegres muchachas tropezarán.  


9.






DESPEDIDA.

Es la hora.
¿Tres náufragos? ¿Qué, si no?
Preferirían lágrimas pero son hombres… el abrazo no avergüenza los restos andrajosos.
   -Nuestra época ha regresado- sugiere Eduardo, el viejo.
   -Será menos sangrienta- grita Juan, el gemelo mayor.
   -Menos heroica- susurra Fer, el menor.
   -¿Hay algo diferente? –Ed.
   -Bondad, perdón… ¿no es heroísmo acaso? - Juan.
Tres destinos, agonías diferentes.
El mayor, volviéndose, grita:
   -Miseria de millones, alto sueldo por heroísmo de unos pocos.
Juan refunfuña sin volverse:

   -Salario de guerra. 


OMAR ANTONIO DAGATTI GIULIANO