0:30 hs: teléfono. No llegué.
0:45 hs: teléfono .Tampoco.
Pensé que serían todos; me apenó la intriga.
Retornaré a dormir; ¿en la niebla alguien habría muerto?
El sueño giró hacia mis hermanas, viaje electrizante... al llegar, mi “ambigua” familia había terminado.
Desperté en malinsunnia. Maldita nostalgia, restregando mi sangre... malinsunnia, maldición tana, inmigrante, el resto de mi vida.
“Vedere Napoli e poi, murrrire”.
Aquí, en este microclima espacial, en el valle de Calingasta, las sensaciones son diferentes.
Vivir allá era “facere l’América” , “oro en las calles”... más en la prisión del sentimiento, malinsunnia... revuelve añoranzas.
Este predio “cercado” por montañas, este paisaje marciano, estimula tu sed de ascenso al amanecer hacia lo no conocido...
Aldi lá “más allá”… no demasiado lejos. Tras cada crepúsculo escalado otro “aldi lá” incitante; desafío para todos los que dejamos las Europas sin dejarlas, ni importa la latitud que abandonáramos.
No obstante este amanecer… náufrago en vasto océano añil donde ondulan sus tules dos pupilas, ascendí al despertar a otra plataforma; allí fui el hombrecito de mil pañuelos agitándose en un barco hacia el ayer.
Regresé al día. Lágrimas huérfanas en la izquierda de mi jergón.
Y te vi.
Regresabas en un instante, ínfimo, decimal, frente a mis párpados y su anhelo:
Pampa,
mi poncho dilatando la Villa hacia el Sur ennegrecido de tormentas
Pampa,
oleaje verde y rojo surgiendo del Arroyo Cabral
Pampa,
casa desnuda en La Palestina, mangrullo sobre altas cunetas al final de pueblo gringo.
Pampa,
vapor del setiembre matinal que asciende su ruego tras el Monte Cárcano
Pampa,
navíos lentos sobre el mar, carretas atrevidas de 6 caballos o 2 bueyes
Pampa,
“se extiende como un verde pañuelo” en su tango de sulkies y mateos
Pampa,
sobre gasas de niebla-sol, ausente de fieles, asciendes oro en tu hostia pagana
Pampa,
siesta cósmica, el bamboleante Ford T estampa tu nombre de polvo en los caminos del cielo
Pampa,
cúpula donde estrellas disciplinan viento Norte, hacia el próximo agosto cuando nos despojará de nuestros viejos.
Pampa,
Gatos, lechuzas lunares frenan su instante al perfume de casuarinas porque solo ellos contemplan el Mar de los Zargazos
Pampa,
bichitos de luz, red amasada de noche, de lo oscuro más allá… y niño, y luz. Luces.
Pampa,
ríos
de tanto en tanto arrastran bajo mi cama al cangrejo y la culebra
sauces, lianas me aventuran más allá del libro
andar infatigable, mi ventana abierta a los muelles dorados del surco
caballos blancos, mordisco sobre las verdes escamas del tiempo
nubes, navegando tu frío invernal a ras de piel
alguna abeja, alguna avispa, y los jilgueros… los jilgueros.
Pampa,
el niño nacido en ti
de su pantalón con solo tirador, derramó su misterio hacia el infinito
trotó sobre ti fantasías, emigrante de los libros
pateó su nave ventral por dentro rumbo al desconocimiento del fin
el niño forjado en ti
lanzó tu brasa para incendiar el pensamiento
ahogó en ascuas su vértigo de cenizas y volcanes
y fue amarrando sus sueños
uno a uno en tus ojos donde arden los otoños
en tus brazos donde germinan las estrellas
en tus noches donde pastan los ángeles olvidados
el niño vertido en ti
por un llover extraño en la alborada de setiembre
arraigó su trigo bebiendo la leche de los cardos
mordió la espina, la corteza vivificante en tus tallos de arados en silencio.
el niño prendido en ti
trotó sobre tu pecho para vivir
se arrastró en busca de lo irrefutable
nunca lo encontrará
nunca se detendrá
tu niño Pampa
Pampa tu niño.
Barreal, Valle de Calingasta, 29 Octubre 2007
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